Pantalla

Abrió los ojos, y no vio más allá de la luz oscura de su habitación. Palpó su respiración, acelerada. Oyó su sudor, frío: había sido otra pesadilla, sueños que la acompañaban desde hacía semanas, desde aquel día que se percató que no podía salir de su calle por culpa de una enfermedad que hacía estragos. Y reparó en la necesidad de contacto con su falta, temerosa de olvidar las voces, situaciones, sensaciones, la vida… Ya confundía momentos, expresiones, palabras, ¿quién había dicho aquello ese día? ¿fue con ellos o con los otros a aquel garito? 

No obtuvo más respuesta que el silencio de la noche. Se diluía en las tinieblas de la duda. Entonces vio la pantalla en su mesita y la encendió: deslumbrada, pasó por fotografías, sonrisas, algún que otro video, más risas, la suya propia, la de su hermano, la de sus padres, sus amigas… Retornó a aquellos días de locura, a aquellos paseos por el monte, y de aquel bar evocó su música; de aquel concierto, su silencio… Y suspiró una lágrima al recordar, pues sin memoria no hay pasado, y sin pasado no somos ni estamos. Cerró los ojos. Aquella ventana al tiempo también cerró los suyos: se apagó. Ella durmió hasta que una claridad la despertó. Abrió los ojos, y vio la luz. La pantalla seguía apagada, pero ella ya lo veía todo. Estaba viva.


Texto para el concurso de Xiaomi Inspirado en la noche www.inspiradoenlanoche.com

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